PRESSING CATCH: LUCHA Y ROCK
7 de abril de 2013, MetLife Stadium de East Rutherford, Nueva Jersey. Cuenta atrás para la 29ª edición de WrestleMania,
la gran velada de la la lucha libre profesional. En esta ocasión más de 80.000 espectadores
disfrutarán en directo de uno de los mayores eventos del año
en Estados Unidos, y no sólo allí, pues varios
millones de telespectadores seguirán el espectáculo desde sus hogares en cualquier rincón del mundo.
Pero al margen de la pirotecnia y demás parafernalia, las peleas maquinadas por guionistas y todo cuanto rodea a este show, me gustaría destacar el vínculo que se ha creado entre la World Wrestling Entertainment (WWE), esto es el Pressing Catch de toda la vida, y la música en general y el Rock en particular. Desde que Gorgeous George, a comienzos de los 40, se convirtiera en el primero en hacer su entrada con música de fondo (una de las marchas orquestales Pomp and Circumstance),
se han sucedido los luchadores que han hecho su
aparición estelar en el cuadrilátero al son de unos buenos acordes de
guitarra, de la misma manera que no es extraño que un conocido tema
rockero sea el elegido para promocionar uno de estos eventos. Sin ir más
lejos, para este WrestleMania 29 se eligió Surrender del supergrupo estadounidense de Rock alternativo Angels & Airwaves y Bones de la banda británica Young Guns.
De manera que no quiero que veas
esta entrada como una muestra espontánea y gratuita de “friquismo” por
mi parte, sino como un homenaje a un fenómeno de masas que ha
apostado y apuesta abiertamente por el Rock —con permiso del Hip-Hop y
otros géneros más comerciales—. Una vez aclarado este punto, a
continuación podrás disfrutar de algunas de las canciones que ya forman
parte de la historia, de su historia…
Comenzaré
este peculiar viaje a partir del luchador con el que me enganché a esto
del Pressing Catch cuando apenas levantaba un metro del suelo a
mediados de los 90. Todavía recuerdo su boca bramando bajo ese enorme
bigote rubio, así como su manía de destrozarse la camiseta con sus
propias manos para regocijo del público. Hablar de Hulk Hogan,
o escribir como en nuestro caso, es hacerlo de uno de los principales
iconos de la lucha libre, si no el principal a secas, todo un héroe
americano. Quizás este sea el motivo de que su canciones más
representativas fueran las patrióticas Stars and Stripes Forever y Real American.
Pero a lo largo de la dilatada carrera de Hogan también hubo un lugar para el Rock. De hecho, entre 1984 y 1986 el Eye of the Tiger de Survivor era la pieza que sonaba antes de sus combates, mientras que Voodoo Child (Slight Return) de The Jimi Hendrix Experience hizo lo propio entre 2002 y 2003.
Precisamente, uno de los grandes enemigos de Hulk Hogan en la ficción fue The Ultimate Warrior,
otra de las figuras de acción que permanecen cubiertas de polvo en algún
lugar de la casa como prueba de una infancia felizmente pasada. De este
personaje conservo en mi memoria las pinturas de guerra de su rostro y
aquellas cintas multicolores que adornaban su anatomía, una estética que
hoy en día definiría como un cruce entre Alice Cooper y Gene Simmons.
De lo que no me acordaba era de la música con la que aparecía en escena
este tipo, pero para eso creó el ser humano la documentación, ¿no? De
modo que, si mis fuentes son correctas, The Warrior de Scandal —la banda de Patty Smyth
allá por la década de los 80— fue su canción insignia, canción que,
por otra parte, logró un gran éxito comercial hasta el punto de
alcanzar el primer puesto del ranquin Rock Mainstream en EE.UU. en 1984.
Aunque
si empezamos con caras pintadas y con quién se parecía a quién, no
podemos olvidarnos de una de las duplas más populares de la época, Demolition
—Ax y Smash, pasaron a ser un trío con la incorporación de Crush entre
1990 y 1991—. Se trataba de unos luchadores cuyo aspecto evocaba a los
neoyorquinos Kiss, y no sólo su aspecto, sino sus
gestos, como lo de ir enseñando la lengua a todo el mundo. Y claro, como
no podía ser de otra manera, contaban con un tema muy apropiado para
calentar motores antes de los combates. Rick Derringer, rockero de pro, guitarrista y vocalista entre otras cosas, fue el autor de Demolition (así como del anterior Real American de Hulk Hogan).
Pero en cuestión de imitaciones, si existió una relacionada con el Rock ‘n’ Roll que no dejaba lugar a la duda esa era la de The Honky Tonk Man, un genuino Elvis Presley.
Eso sí, de su etapa menos dorada, con su sobrepeso, su tupé, sus
patillas de hacha, sus camisas horteras, su guitarra… en resumen, tan
completito que me voy a ahorrar la fotografía. Y pese a que sus
canciones tampoco eran exactamente las de “El Rey”, se parecían bastante
o al menos en cuanto a títulos se refiere, como That’s All Right, Honky Tonk Mama.
Cactus
Jack, Mankind, Dude Love… muchos fueron los nombres artísticos que
esgrimió este hombre durante los años en los que permaneció en activo,
pero sin duda alguna pasará a la historia, junto con su camisa de
cuadros a lo leñador canadiense, como Mick Foley. De
este luchador no guardo ningún recuerdo, pero para que te hagas una
idea, habré oído hablar tanto de él que no podía escribir un post
semejante sin dedicarle unas líneas. Fijate si sería importante el
sujeto en cuestión durante los 90 que fue elegido una
de las celebridades del año, no me preguntes cuál, según la revista Time,
y corrígeme si no estoy en lo cierto, por delante de los políticos de
turno, estrellas de cine y derivados. Esto último me ha quedado
impresentable, lo sé, pero tenía que contártelo de alguna manera. En
cuanto al Rock de Mick Foley, sin lugar a dudas Born to Be Wild de Steppenfolf (en ECW) y Welcome to the Jungle de Guns ‘N Roses (en UWF) fueron sus temas más destacados.
Otro de los nombres propios de los 90 en la lucha libre fue el de Stone Cold Steve Austin,
aunque como en el caso de Mick Foley, de él cuanto conozco es de oídas
—¿en qué diablos invertiría mi adolescencia?—. De todas formas, repito
que Stone Cold fue una de las grandes atracciones de la WWE por aquel
entonces, lo que le ha valido recientemente entrar a formar parte del
Salón de la Fama y convertirse en leyenda. Y si nos centramos en la
música que guió sus pasos rumbo al cuadrilátero, nos encontramos con un
tema de Disturbed llamado Glass Shatters,
muy apropiado, por cierto, y es que no hay más que ver una fotografía,
como la que tienes ahí mismo, para saber que lo del Rock va con él sí o
sí, vamos, un tipo duro donde los haya.
Hace un par de años recaí en el Pressing
Catch, no quieras saber cómo ni por qué, pero es un hecho. Tal vez se
debiera a que, después de tanto tiempo alejado de aquéllo, alguna
especie de nostalgia incontrolable se apoderó de mí y… y que si SmackDown, que si Raw, me sacudió más fuerte que una buena gripe y volví a las andadas. Así descubrí una nueva hornada de luchadores, con John Cena, Randy Orton, Batista y Edge a
la cabeza, por citar algunos de los más importantes. Y claro, si a
esto le añadimos los comentarios de Héctor del Mar y de Fernando
Costilla y una nueva dosis de Rock, pues para qué te voy a contar más.
En esta nueva generación la palma, rockera se entiende, se la llevaría Paul Michael Levesque, Triple H
para los amigos. He llegado a la conclusión de que su melena y sus
camisetas, cuando las lleva, son las mejores pistas sobre la música que
va a tronar en cuanto ponga un pie en el corredor que conduce al
“escenario”. Pues los británicos Motörhead son los encargados de confirmar estas señales con tres canciones, a cada cual mejor, como son The Game, Line in the Sand y King of Kings.
Motörhead - The Game
Y hablando de Triple H, en su momento formó parte de uno de los equipos más laureados de la lucha libre, el denominado D-Generation X. Pues bien, otro de sus componentes fue Shawn Michaels, más conocido como “The Heartbreak Kid”
(HBK). Se trata de todo un veterano de guerra, y nunca mejor dicho pues ya se retiró, con
más de 20 años ofreciendo espectáculo —curiosamente hasta 1991 formó
pareja con Marty Jannety bajo el apelativo de The Rockers
(Los Rockeros), ataviados según los dictados del Glam de Roxy Music,
por ejemplo—. Como podrás adivinar, “El Rompecorazones” se convirtió en una verdadera eminencia en la WWE, conocido por propios y extraños
gracias a golpes marca de la casa, como el codo biónico o el
rompequijadas musical, y por la música. Y es que siempre, o casi
siempre, que aparecía ante las cámaras y sus incondicionales sonaba la
misma canción, Sexy Boy, una pieza creada expresamente para Shawn por el compositor Jimmy Hart,
y en la que el propio luchador colaboró más tarde con su voz (en la
primera versión la parte vocal corrió a cargo de Sherri Martel).
Si
comenzamos este recorrido a través de la historia de la lucha libre por
el héroe de mi infancia, Hulk Hogan, me he permitido la “licencia
poética” de concluirlo con uno de mis últimos ídolos, The Undertaker.
Y es que a propósito de leyendas, iconos y demás, ”El Enterrador”
es actualmente el número uno sin discusión en ese sentido, con el récord
de victorias en WrestleMania (20-0) abriendo su tarjeta de
presentación. Hoy en día pelea bajo una estética lúgubre, de ultratumba,
razón por la que su tema característico es una marcha fúnebre de título
Rest in Peace, pero no siempre fue así. En
otra época lució unos aires más rockeros, con pañuelo en la cabeza,
gafas de sol e incluso motocicleta. Entonces su música era bien
distinta, con Miracle Man de Ozzy Osbourne, Rollin’ (Air Raid Vehicle) de Limp Bitzkit o American Bad Ass de Kid Rock entre las punteras.
Ric Flair, André the Giant, Roddy Piper, “Macho Man” Randy Savage, Yokozuna, Jimmy “Superfly” Snuka, Bret Hard, Jake “The Snake” Roberts, Big Boss Man, Brutus “The Barber” Beefcake, The Rock, Booker T, Chris Jericho…
Sé que son muchos los nombres que faltan en estas líneas, pero como ya te advertí esto no ha sido más que un sencillo homenaje al Pressing
Catch y al Rock, ¡que el show continúe!
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