Crónicas, entrevistas y retro-reseñas

BRUCE SPRINGSTEEN EN MADRID: GOD SAVE THE BOSS [CRÓNICA]

Fotografía: Jo Lopez [brucespringsteen.net]

Si me llamara Héctor del Mar en lugar de Alberto Cañas, perdón, Don Héctor del Mar, titularía ¡Cómo te queremos, Bruce Springsteen! Es más, si pudiera añadir algo a continuación sería Bruce Springsteen, ¡más Bruce Springsteen que nunca! Pero como soy quien soy o el blog se llama como se llama (lo que prefieras, al fin y al cabo es lo mismo), el título es ese. Y en inglés, cuidado, sólo a un rebelde como yo, a un auténtico "James Dean de la vida" se le ocurriría algo semejante con la tensión que hay de nuevo entre España y Reino Unido a propósito del peñón, los pescadores, las monas y la hembra que las parió... por cierto, quizás el ser que menos culpa tiene en este culebrón venezolano. 

Así es, ya pueden andar las cosas más tensas que el elástico de los calzoncillos de Nacho Vidal, que aquí no hay marcha atrás que valga. De hecho, lo visto y escuchado el 17 de junio en el Santiago Bernabéu por los 60.000 espectadores que allí nos dimos cita es para exagerar como si realmente te hubiera poseído el espíritu de Don Héctor del Mar: 3 horas y 48 minutos de concierto.

Repito, ¡3 horas y 48 minutos! Soy el primero que aún no sale de su asombro, pero lo más sorprendente es que el "Boss" diera el concierto más largo de su carrera (tal y como él mismo comunicó después, aunque no tardó en batir su propio récord con 4 horas y 6 minutos en el Olímpico de Helsinki en Finlandia el 31 de julio de ese mismo 2012), con apenas descansos entre medias, que casi ni hubo antes de los bises, con 62 años de edad (63 cumpliría aquel 23 de septiembre).

No paró, de verdad, ya quisieran muchos de 20 y 30 que en una hora y poco más no son capaces de despegar los pies del suelo. Envidiable y admirable su despliegue físico, subiendo y bajando del escenario, acercándose al público, pegándose algún bailoteo... y cantando y tocando la guitarra (o la armónica) en todo momento, cómo no. Podrías pensar que entonces lo único que le faltó fue atreverse a hablar en castellano, pero es que también lo hizo, ¡no te lo pierdas! Eso sí, tampoco te emociones pues a eso como mucho se le podría llamar spanglish.

Bromas aparte, el hombre se dejó la piel. Lo dio todo y más, sí, me estoy refiriendo a la dedicatoria tan especial que se marcó cuando llegó la hora de The River. No te voy a engañar, allí en directo, entre unas cosas y otras, no me enteré, pero cuando llegué a casa y consulté las primeras noticias publicadas sobre el concierto (una manía que tengo desde siempre), me encontré con una en 20minutos.es donde se explicaba el porqué de la dedicatoria a "Nacho y su familia"Nacho Hurtado resultó ser un joven mallorquín fallecido una semana antes del concierto y a quien sus padres le habían regalado por su cumpleaños unas entradas para que acudiera con su novia. Por este motivo sus amigos lanzaron en Twitter el hashtag #vaportiNacho con el fin de llegar hasta el propio Bruce. Y gracias a la ayuda de internautas, famosos y medios de comunicación, The River se convirtió en un homenaje para él y los suyos.

Bonito gesto, como el otro homenaje que más adelante rindieron al también desaparecido saxofonista Clarence Clemons o el hecho de acordarse Bruce de toda la gente que lo sigue pasando mal en España debido a la crisis económica. Que tú quizás pienses "qué hipócrita, bien podría ayudarnos con parte de lo que gana". Tal vez no te falte razón, pero piensa también que muchos ni siquiera tienen ese gesto más o menos hipócrita.

Extramusicalmente hablando eso fue lo más destacado y musicalmente... no, no te asustes porque no se avecina ninguna parrafada antológica. Sé que es extraño que me enrolle cuando no es necesario y para desglosar un señor concierto como este vaya a optar por ser breve, muy breve, pero ya te digo que para un "James Dean de la vida" no hay nada imposible.

Fotografía: YouTube (Sergio Robles)

Todos y cada uno de los temas que sonaron los tienes ahí abajo en el setlist, pero sí me gustaría señalar un par de detalles. El primero, el retraso con el que arrancó la velada. Programado el inicio a las 21:00 horas, hubo que esperar hasta las 21:35, cuando nos sorprendió la introducción de música clásica mientras la mayor parte de la grada se levantaba y sentaba haciendo las clásicas olas para entretenerse. Hasta las 01:30 minuto arriba o abajo no concluyó todo definitivamente tras ocho bises. Y entre medias, 32 canciones desde el primer álbum, aquel Greetings from Asbury Park, N.J. de 1973, hasta el último por ahora y 17º de su discografía, Wrecking Ball (2012).

Destacar igualmente que, pese a la acústica (que tampoco fue la mejor comenzando por esos ocasionales acoples en los micrófonos), los temas ganaron en intensidad arropados por una E Street Band (nunca vi a tanta gente sobre un escenario) en la que Jake Clemons (sobrino de Clarence Clemons y encargado de ocupar su vacío en esta gira "Wrecking Ball Tour" junto a Ed Manion) se llevó casi tantos aplausos como Bruce y Steven Van Zandt.

No hubo una sola que no fuera bien recibida y celebrada entre el público, pero algunas lo fueron todavía más. Espectacular ver a la marea de gente a pie de campo comportándose como tal desde el segundo 1 de Badlands, agitándose al unísono, insisto, espectacular. Talk To Me contó como invitado sobre el esenario con Southside Johnny, cantante amigo de Springsteen y líder de Southside Johnny & The Asbury Jukes (volvió a aparecer para el Twist And Shout que popularizaran The Isley Brothers), divertidísima con ambos haciendo el Pimpinela.

Spanish Eyes sonó por primera vez en directo durante esta gira, qué lujo. Waitin' on a Sunny Day, coreada y bailada hasta por el apuntador, exactamente igual que sucedió minutos más tarde con Because the Night, el éxito del 78 que escribiera con Patti Smith. Y The Rising, cómo no, que si en formato CD (The Rising, 2002) pone la piel de gallina, en directo se supera. Mención especial para los bises con permiso de Rocky Ground, uno de los singles de Wrecking Ball precisamente, porque con todas las luces del estadio encendidas (hasta ese momento estuvieron apagadas), allí teníamos montada una fiesta como para detenerse a pensar que no era día, sino noche cerrada.

¿Y qué pinta God en todo esto? ¿Con la Iglesia hemos vuelto a topar? Calma, sólo se trata de la atmósfera creada en torno a algunas canciones. Y es que podría decirse que hubo dos grandes clasificaciones en el setlist. Por un lado, las que te obligaban a levantarte si estabas sentado en el graderío; las más movidas como las citadas Twist And Shout o Waitin' on a Sunny Day, y por otro lado aquellas más suaves en las que brillaba ese coro que rozaba lo gospel. De hecho, ahora que lo pienso, tanto unas como otras tenían en común esa sensación de estar en una de esas ceremonias afroamericanas de las películas.

Jamás había visto a tanta gente festejando unas letras y cantándolas con tanto entusiasmo, de veras, que más que una experiencia musical parecía religiosa... sí, como cantaba Enrique Iglesias, tú también te acuerdas.

1. Badlands
2. No Surrender
3. We Take Care Of Our Own
4. Wrecking Ball
5. Death To My Hometown
6. My City Of Ruins
7. Spirit in the Night
8. Be True
9. Jack of All Trades
10. Youngstown
11. Murder Incorporated
12. She’s The One
13. Talk To Me
14. Spanish Eyes
15. Working On The Highway
16. Shackled And Drawn
17. Waitin' on a Sunny Day
18. Apollo Medley
19. The River
20. Because the Night
21. My Love Will Not Let You Down
22. The Rising
23. We Are Alive
24. Thunder Road

Bises

25. Rocky Ground
26. Born In The USA
27. Born To Run
28. Hungry Heart
29. Seven Nights To Rock 
30. Dancing In The Dark
31. 10th Avenue Freeze-Out
32. Twist And Shout

Comentarios