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SANTANA EN NOCHES DEL BOTÁNICO: COSAS DE GENIOS [CRÓNICA]

Fotografía: Noches del Botánico | Víctor Moreno

Parece que fue ayer cuando arrancó esta novena edición... perdón, eso ya está escrito. De hecho, cuando queramos darnos cuenta, estaremos de balance y, ojo, pensando en el décimo aniversario de Noches del Botánico. En cualquier caso, teniendo en cuenta que habían pasado 20 años desde la última vez en España, los dos conciertos de Santana los días 28 y 29 de julio serán difíciles de olvidar por parte de todas las personas que disfrutamos de ellos y quizás también por quienes se quedaron sin entrada —todo vendido en ambas ocasiones—. En el marco de su  'Oneness Tour 2025', la segunda y última cita con Carlos Santana en el Real Jardín Botánico Alfonso XIII de la Universidad Complutense de Madrid comenzó con rigurosa puntualidad a las 21:30 horas. 

Para los incondicionales de los clásicos, el comienzo soñado al son de Soul Sacrifice, Jingo y Evil Ways, tres canciones que nos transportaron en el DeLorean directamente al histórico festival de Woodstock de 1969. La siguiente no sonó entonces —más que nada porque el disco Abraxas vio la luz en 1970—, pero Black Magic Woman supuso el primer gran momento de la velada y sus primeros acordes sonaron justo cuando el sol se ponía. Bajo un foco, sentado a los pies de la batería, masticando algo y luciendo sombrero y camisa de exótico estampado, a sus 78 años —recién cumplidos— el legendario Carlos tocaba aquella guitarra chamánica con una naturalidad emocionante, como si cualquiera pudiera hacer algo así y no... cosas de genios, por supuesto. 

Fotografía: Noches del Botánico | Víctor Moreno

Más tiempo sentado que de pie, sí, pero a estas alturas literalmente esta leyenda viva de origen mexicano puede hacer lo que le salga de la púa. Como si quiere tocar tumbado, a sus pies. A propósito de púas, la suya no fue la única presente sobre el escenario porque entre tanto músico había otro guitarrista, Tommy Anthony, quien tuvo su momento de gloria cuando cantó Put Your Lights On y el recinto se iluminó con las linternas de centenares de móviles. 

El bajista Benny Rietveld, un auténtico Angus Young de las cuatro cuerdas, también se llevó una merecida ovación durante el concierto cuando terminó su solo de bajo con un fragmento de Iron Man de Black Sabbath para recordar al recientemente fallecido Ozzy Osbourne. Lo mismo sucedió con la batería Cindy Blackman, cuyo contundente solo dejó con la boca abierta a más de dos. Menciones especiales para los cantantes Andy Vargas y Ray Greene, impecables con el micrófono y los diferentes instrumentos que también tocaron, así como animando. 

No obstante, cuando sonaron temas como María María, Chill Out (Sácalo) o Corazón espinado, lo cierto es que tampoco fue necesario animar más de la cuenta porque el personal venía bastante predispuesto de casa. Tanto en la pista como en las gradas la gente bailaba y cantaba sin discriminar entre clásicos y no tan clásicos... ambiente festivo total y absoluto. 

Fotografía: Noches del Botánico | Víctor Moreno

Del mismo modo no influyó en los ánimos que Santana hablara poco o que lo poco que habló fue para dedicar unas palabras al grupo Frontera —su colaboración en el tema Me retiro ha alcanzado el número 1 en México— o a nuestro Paco de Lucía. De hecho, hasta el tramo final no se dirigió en condiciones al público madrileño, precisamente después de entonar Corazón espinado y regresar al escenario al filo de las 23:00: "Toda mi gratitud desde el fondo de mi corazón (...) rezamos juntos para que haya paz, unión y compasión en este mundo. Juntos podemos cambiar  el destino de este planeta. Alegría y vivir en paz, es lo que queremos, paz en el mundo"

El destino del planeta quizás sea mucho decir tal y como está el patio, pero que Carlos Santana y su banda lograron alegrarnos el martes y que olvidáramos lo demás, sin duda. Por cierto, durante la traca final él fue quien se encargó de presentar a cada uno de sus compañeros demostrando así que se puede ser todo un 'guitar hero' y que no se te caigan los anillos. Ni siquiera importó que el concierto no llegara a las dos horas o que el broche fuera Smooth y no Samba pa ti porque de allí unas y otros salieron encantados. Detalles propios de simples mortales al fin y al cabo, los genios están a otras cosas.

Texto: Alberto C. Molina

Fotografías: Víctor Moreno | Noches del Botánico

Fotografía: Noches del Botánico | Víctor Moreno

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