'HOLA Y ADIÓS' DE SABINA EN MADRID: HASTA SIEMPRE, MAESTRO (II) [CRÓNICA]
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"Al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver" canta Joaquín Sabina en esta gira de despedida 'Hola y adiós'. Ahora bien, como no siempre hay que tomarse todo al pie de la letra, quien firma estas líneas desafió los versos de Peces de ciudad y aprovechó la oportunidad de repetir ante el cantautor de Úbeda en su ciudad adoptiva. La idea de disfrutar de una última dosis de felicidad sabinera resultó demasiado tentadora, ya habrá tiempo para la añoranza cuando ese 'adiós' se consume irremediable y definitivamente...
Al igual que en el concierto de mayo, todo vendido en el renombrado Palacio de Deportes (M. Arena) de Madrid el 12 de noviembre. Mismo guion desde el comienzo programado a las 20:30 horas y las 12000 personas sentadas tanto en la pista como en el graderío. Entonces se apagaron las luces y se proyectó el vídeo de El último vals dirigido por Fernando León de Aranoa. Primera ovación del miércoles cuando Serrat apareció en las pantallas gigantes y la segunda, como no podía ser de otra manera, cuando nuestro anfitrión asomó en el escenario cerrando filas tras Antonio García de Diego (guitarras, teclados), Jaime Asúa (guitarra), Mara Barros (coros), Laura Gómez (bajo), Pedro Barceló (batería), Borja Montenegro (guitarra) y Josemi Sagaste (saxo, percusión).
"He llorado en Venecia, me he perdido en Manhattan; he crecido en La Habana, he sido un paria en París. México me atormenta, Buenos Aires me mata, pero siempre hay un tren que desemboca en Madrid", la canción elegida para abrir la velada volvió a ser Yo me bajo en Atocha y, a continuación, Lo niego todo y Lágrimas de mármol, dos de sus composiciones más recientes. "Esta gira de despedida empezó en México y ha recorrido el mundo (...) va a acabar donde empezó todo, en Madrid, con estos últimos conciertos, los más importantes de mi vida", explicó Sabina desde su taburete en el centro del escenario, justo antes de entonar Mentiras piadosas y Ahora que..., esta última con la guitarra protagonista del jefe García de Diego.
"Cuando me tocó elegir el repertorio de esta gira, lo hice dispuesto a abrir el baúl de las más canciones antiguas y sacar alguna para darle una última oportunidad, aunque con algún arreglo en la melodía. Esta es la segunda que escribí en mi vida", ese clásico incluido en su disco Malas compañías de 1980 era Calle melancolía y el público lo cantó con verdadera entrega. "Qué maravilla oíros cantar, qué gusto, además, esta noche estáis afinadísimos", apostilló el artista jienense.
Aunque si se trata de dejarse llevar —y la voz también—, pocos temas a la altura del 19 días y 500 noches que sonó a continuación, uno de los más coreados y celebrados en sus giras desde hace 25 años: "Y eso que yo para no agobiar con flores a María, para no asediarla con mi antología de sábanas frías y alcobas vacías; para no comprarla con bisutería, ni ser el fantoche que va en romería con la cofradía del Santo Reproche. Tanto la quería, que tardé en aprender a olvidarla 19 días y 500 noches".
"Ahora viene otra de esas antiguas, del baúl, si os animáis en los estribillos os lo agradeceré", comentó el ubetense y el personal respondió cantando aquello de "¿quién me ha robado el mes de abril?". "Son más que mi familia, porque sin ellos no podría subirme a este escenario", al son de Más de cien mentiras y alrededor de las 21:30 había llegado el momento de que Sabina presentara a cada uno de sus compañeros sobre el escenario con sus ingeniosos versos.
"En esta gira, que es verdad que es la última, yo tenía un par de fantasías...", y como ya sucediera en mayo, Mara Barros cantó Camas vacías primero y después Jaime Asúa con Pacto entre caballeros puso aquello patas arriba literalmente porque tanto en la pista como en las gradas miles de personas se pusieron en pie. Después de descansar durante esas dos últimas canciones, Sabina regresó para recordar "una canción que tenía que cantar aquí porque en América no se entendería tan bien" y ese tema no era otro que De purísima y oro.
"En Comala comprendí que al lugar donde has sido feliz no debieras tratar de volver. Cuando en vuelo regular pisé el cielo de Madrid, me esperaba una recién casada que no se acordaba de mí. Y desafiando el oleaje, sin timón ni timonel, por mis venas va ligero de equipaje, sobre un cascarón de nuez, mi corazón de viaje", uno de los momentos más especiales del concierto, Peces de ciudad, con centenares de linternas de teléfonos iluminando el recinto.
En teoría Una canción para la Magdalena podría haber sido una manera de rebajar la intensidad emocional de la velada, con el dueto entre Sabina y "Marita" a las voces y García de Diego al piano, pero no fue así porque el público volvió a cantar con absoluta pasión. "Por esas cosas de la vida maravillosas e inesperadas fui amigo de Chavela Vargas. La conocí ya mayor aquí en Madrid y me comentó que vivía en el 'Bulevar de los sueños rotos', así que a partir de se ese verso hice un canción, que pude cantar a ella antes que a nadie, mirándola a los ojos", y de nuevo la pista y buena parte de la grada en pie, se veía venir.
"Muchas veces nos preguntan a los cantantes que dónde nos inspiramos, que dónde están nuestras mudas. La verdad es que no tenemos ni idea. Las musas son muy caprichosas (...) Lo digo porque esta canción que viene ahora, en realidad nació cuando era un adolescente y mi madre escuchaba copla en la radio en Andalucía. Una me impresionó mucho y, a partir de ese estribillo, escribí esta canción", entonces "Marita" empezó cantando la original Y sin embargo de quiero a modo de introducción —y menuda introducción, tremenda ovación para ella— de Y sin embargo, la canción del disco Yo, mi, me, contigo de 1996 que, a su vez, dio paso a Y nos dieron las diez, con todo el público en pie de nuevo.
Precisamente tras Y nos dieron las diez, pasadas las 22:00, la banda abandonó el escenario, pero no tardó demasiado en reaparecer para interpretar La canción más hermosa del mundo, con la voz y la guitarra solista de García de Diego. Nuestro anfitrión regresó justo después para cantar Tan joven y tan viejo: "Así que, de momento, nada de adiós muchachos. Me duermo en los entierros de mi generación, cada noche me invento, todavía me emborracho, tan joven y tan viejo 'like a rolling stone'". Ovación cerrada y él agradeció quitándose el sombrero. Entonces añadió algo así como "si son tan amables, que sé que lo son, todavía nos quedan un par de canciones" y esas fueron Contigo y Princesa. Valió la pena volver a ese lugar en busca de la felicidad una última vez.
Texto: Alberto C. Molina
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| Fotografía: Maestro Sabina |


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