'HOLA Y ADIÓS' DE JOAQUÍN SABINA EN MADRID: HASTA SIEMPRE, MAESTRO [CRÓNICA]
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Fotografía: Riff Producciones |
Ni "hola" ni "adiós". En Madrid el 19 de mayo Joaquín Sabina y su público quizás hayan intercambiado el "hasta siempre" más sentido... al menos hasta el próximo concierto en el renombrado Palacio de Deportes de la capital, claro. En total son 8 las citas del cantautor de Úbeda en su ciudad adoptiva y en el marco de esta gira 'Hola y adiós'. Primera "despedida" —entrecomillado, ojalá— ante 12000 personas entregadas desde los primeros compases de la velada y eso que se trataba de un videoclip. Así arrancó el temario alrededor de las 20:30 horas, con el público celebrando el vídeo de El último vals dirigido por Fernando León de Aranoa proyectado en las pantallas gigantes del escenario. Por cierto, media de edad elevada, ley de vida, pero público de pelaje variado en cualquier caso —precisamente como el hilo musical previo, desde Queen hasta Red Hot Chili Peppers pasando por Eros Ramazzotti, ojo—.
La banda fue la primera en aparecer sobre el escenario, banda formada por Antonio García de Diego (guitarras, teclados), Jaime Asúa (guitarra), Borja Montenegro (guitarra), Laura Gómez (bajo), Josemi Sagaste (saxo, percusión), Pedro Barceló (batería) y Mara Barros (coros). En último lugar, Sabina, quien se sentó en un taburete en el centro. Primera gran ovación de la tarde-noche y primera canción —en ese orden—, Yo me bajo en Atocha. "Buenas noches, por fin en Madrid. Esta es mi última gira, pero por suerte me quedan algunos conciertos más aquí. La ciudad no donde nací, pero sí donde elegí vivir y a la que le debo todo lo que soy, incluidas mis canciones", y tras el saludo de rigor no tardaron en sonar algunas de sus composiciones más recientes, Lo niego todo y Lágrimas de mármol, detalle que no impidió a más de dos ponerse en pie entre los asientos de la pista y corear "¡superviviente soy, maldita sea, nunca me cansaré de celebrarlo!".

"En esta última gira estoy aprovechando para sacar canciones que llevaba tiempo sin tocar, pero con un arreglito nuevo", y pasadas las 21:00 horas, después de recordar Mentiras piadosas, esa canción que sonó fue Calle Melancolía: "Vivo en el número 7, calle Melancolía. Quiero mudarme hace años al barrio de la alegría, pero siempre que lo intento ha salido ya el tranvía. En la escalera me siento a silbar mi melodía". Además, a propósito del clásico de su segundo disco Malas compañías de 1980, Sabina añadió que en ningún sitio el público la había cantado como en Madrid. Aviso a navegantes...
Sin embargo, el antiguo Palacio de Deportes entonó con más ganas si cabe otras letras. Entre ellas, 19 días y 500 noches —como no podía ser de otra manera—, canción en la que Sabina tocó la guitarra si bajarse de su taburete, y ¿Quién me ha robado el mes de abril?, con el artista jienense ofreciendo el micrófono al personal: "En la posada del fracaso, donde no hay consuelo ni ascensor, el desamparo y la humedad comparten colchón. Y cuando por la calle pasa la vida como un huracán, el hombre del traje gris saca un sucio calendario del bolsillo y grita '¿quién me ha robado el mes de abril?'".

"En esta ultima gira también me estoy quitando de encima alguna fantasía", y la fantasía a la que se refería no era presentar a la banda en condiciones como hizo al son de Más de cien mentiras —incluidas fotos de sus más tiernas infancias—, sino descansar unos minutos a continuación, alrededor de las 21:30 horas, mientras Mara Barros cantaba Camas vacías primero y Jaime Asúa ponía aquello patas arriba con Pacto entre caballeros después. En los compases finales de esta última regresó Sabina al escenario y, por cierto, aquellos fueron los escasos instantes en los que cantó de pie, como antes de aquel mal paso allí mismo en 2020, poco antes de la pandemia. "Una de mis favoritas, dedicada a Ana Juan, que me hizo estos dibujos que van a ir ustedes viendo", así presentó Peces de ciudad justo tras Donde habita el olvido. Seguro que entre las favoritas de buena parte del respetable estaban las dos canciones que sonaron a continuación, Una canción para la Magdalena y especialmente Por el bulevar de los sueños rotos dedicada a "Chavelita" Vargas, a quien tuvo la fortuna de cantar aquellos versos frente a frente tal y como recordó.
Noches de boda e Y nos dieron las diez podría haber sido un gran broche a la altura de las circunstancias pasadas las 22:00 horas precisamente. No obstante, cuando la banda y Sabina abandonaron el escenario, del recinto no se movió ni una de las 12000 personas que abarrotaban pista y graderío. En efecto, en primer lugar regresó la banda para interpretar La canción más hermosa del mundo, con la voz y la guitarra solista de Antonio García de Diego. Ya con nuestro anfitrión de nuevo sentado en su banqueta, cayó Tan joven y tan viejo y el recinto volvió a corear como si fuese la última: "Así que, de momento, nada de adiós muchachos. Me duermo en los entierros de mi generación, cada noche me invento, todavía me emborracho, tan joven y tan viejo 'like a rolling stone'". "Ha sido un enorme placer, Madrid", exclamó Sabina visiblemente emocionado y entonces sí, las dos últimas de la velada: Contigo y Princesa. Todo el mundo de pie para ovacionar quizás por última vez a una auténtica leyenda viva, uno de esos artistas en peligro de extinción en la era del 'like' y el 'auto-tune'. Hasta siempre, maestro.
Texto y fotografías excepto la primera: Alberto C. Molina

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