Crónicas, entrevistas y retro-reseñas

MIKEL ERENTXUN EN NOCHES DEL BOTÁNICO: EN EL CANCIONERO DE UN GRAN GRUPO [CRÓNICA]

Fotografía: Noches del Botánico / Víctor Moreno 

Durante nuestro último encuentro allí, en el Real Jardín Botánico Alfonso XIII de la Universidad Complutense de Madrid, Julio Martí, Director Artístico de Noches del Botánico, confesaba que no descansaría hasta el 31 de julio, hasta el último concierto de la novena edición. "Lo importante no es cómo se empieza, sino cómo se acaba", algo así añadió. Un año más el ciclo ha comenzado muy bien, para variar, sin duda, con el histórico doblete de Van Morrison, pero la jornada del 11 de junio puso a prueba a la organización y al público. 

Entre la tormenta y el anuncio de la cancelación de Morrissey —por prescripción médica: sinusitis aguda, la tarde del miércoles se había torcido. Debido a la intensa lluvia que cayó sobre la capital, el público no pudo acceder a la hora prevista al recinto y la actuación de Red Moon Yard (20:30) fue suspendida. De manera que tocó armarse de paciencia, unos más que otras... aunque afortunadamente el plato fuerte de la velada solo se retrasó unos minutos. Alrededor de las 22:00 horas, justo después de escuchar clásicos como Ophelia de The Band y Girl from the North Country de Bob Dylan, Mikel Erentxun apareció sobre el escenario junto a Fernando Neira (bajo), Rubén Caballero (guitarra), Igor Telletxea (batería) y Mikel Azpiroz (teclados). 

Fotografía: Noches del Botánico / Víctor Moreno 

Segunda y última ocasión en Noches del Botánico para celebrar el 40 aniversario de Duncan Dhu de la mano de uno de sus fundadores. Por cierto, Mikel, en forma a sus 60 primaveras y a pesar de cierto menisco operado recientemente. "¿Dónde está Diego?", gritó alguien entre las primeras filas en la pista. Se trataba de un despistado que no recordaba que el año pasado Diego Vasallo anunció que no participaría en esta gira: "Me apeo aquí ya definitivamente de este tren que se pone de nuevo en marcha". Más que respetable decisión, pero lo cierto es que la mayor parte del público cerca de 4.000 personas— no se acordó de Diego cuando sonó Capricornio, la primera canción. 

"Buenas noches, Madrid. Es increíble, pero lo hemos conseguido, hay concierto. De hecho, va a ser un concierto inolvidable", y para demostrar que no iba de farol, Mikel Erentxun entonó Una calle de París, una de las canciones de Duncan Dhu que más han sonado desde 1987 y que siguen levantando pasiones y móviles... A continuación se levantaron otras cosas, capuchas en concreto, pues empezó a llover de nuevo. Poco más, por suerte, los últimos nubarrones no tardaron nada en esfumarse. "Y entre oro sonreirás hasta que descubras que el futuro no vendrá a la barra de este hotel", cantaba el artista donostiarra y su público respondía "porque esta vez se fue con él". Y si La barra de este hotel se celebró, la siguiente A tientas quizás más si cabe, otra letra imprescindible de Duncan Dhu.

"Y los viejos cuentan con tristeza que en el mar hubo mil ballenas, hoy decenas, y Dios dirá", 10 canciones fueron necesarias para que todo el mundo, incluidas esas personas que acuden a un concierto para hablar a voces y estar más pendientes del teléfono que del escenario, prestara atención cuando el cantante pidió palmas durante Entre salitre y sudor y los focos iluminaron cada rincón. Nos iban a dar las 23:00 horas cuando Mikel había perdido chaqueta y sombrero en el fragor del directo y sus veteranos incondicionales disfrutaban de La herida para rematar la primera mitad del concierto. 

Fotografía: Noches del Botánico / Víctor Moreno 

Si aquellos 60 minutos transcurrieron volando, ¿cómo resumir los siguientes? Cuando llegue el fin podría haber sido un gran broche —que no el más original, cierto—, pero de ninguna manera, del Jardín Botánico no se movía nadie y se sucedieron Rozando la eternidadMundo de cristal y La casa azul. Temas con arreglos más acústicos en general, más pausados, pero que sonaban igualmente potentes en la noche madrileña  —especial peso de la guitarra de Rubén Caballero en este sentido . Entonces sí, un alto en ese repaso de 40 años de clásicos, en ese ir y venir en el cancionero de un gran grupo, aunque la pausa duró lo justo y necesario para no perder el hilo... "Así comenzó todo" exclamó Mikel, ya sin chaleco, por cierto, camisa blanca, y esa canción era Casablanca. Y si Casablanca creó esa atmósfera tan íntima y especial, con No puedo evitar el grupo fue más allá: "Hay que ver que pronto se puede olvidar, hay que ser un tonto para recordar, pero yo, yo no puedo evitar pensar en ti"

Así, casi sin darnos cuenta, alcanzamos el clímax de la velada con Esos ojos negros, Jardín de rosas, Cien gaviotasEn algún lugar, una detrás de otra. "¡Madrid, vámonos, arriba!", el broche perfecto para un concierto que acabó por todo lo alto: "En algún lugar de un gran país olvidaron construir un hogar donde no queme el sol y al nacer no haya que morir". Nadie parecía recordar cómo se había torcido la tarde. La comunión con el público fue total y literal, pues Mikel Erentxun también acabó estrechando manos entre las primeras filas. Una mínima muestra del enorme cariño que Duncan Dhu en general y él en particular han acumulado durante todo este tiempo... Por cierto, su legado acaba de ser recopilado y publicado con el título de Duncan Dhu 40 (Warner Music) para conmemorar el 40 aniversario del debut discográfico Por tierras escocesas del grupo de San Sebastián. 

Texto: Alberto C. Molina

Fotografías: Noches del Botánico / Víctor Moreno 

Fotografía: Noches del Botánico / Víctor Moreno 

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