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JUANES EN NOCHES DEL BOTÁNICO: A DIOS ROGANDO Y CON LA GUITARRA... [CRÓNICA]

Fotografía: Víctor Moreno/Noches del Botánico

Como un verdadero mesías apareció Juanes en el escenario del Real Jardín Botánico Alfonso XIII de la Universidad Complutense de Madrid. Sus fieles, entregados desde los compases iniciales. En la jornada del 1 de julio del festival Noches del Botánico el artista colombiano resplandecía literalmente sin necesidad de aquellos filtros de las pantallas gigantes. Y mientras que esa chaqueta tan llamativa no le duró demasiado, de la guitarra no se despegó ni un instante para arrancar a las 22:15 horas con la versión de El amor después del amor de Fito Páez y después con No tengo dinero de Juan Gabriel. El ritmo era tal que cuando sonó La bilirrubina de Juan Luis Guerra, en la grada la gente ya había despegado el culo del asiento para bailar como en la pista. 

"Buenas noches, Madrid. Ahora sí, es una maravilla estar de nuevo juntos", exclamó Juanes antes de aclarar el porqué de las versiones, su noveno disco Origen publicado en 2021 y dedicado a sus raíces. Sin embargo, tratándose de alguien que ha compuesto canciones tan reconocibles como él, allí su público quería corear cosas como Nada valgo sin tu amor o Volverte a ver, ambas pertenecientes a su álbum Mi sangre de 2004. Entre medias perdimos de vista el dorado de su chaqueta definitivamente, pero sobre el escenario Juanes ganó la compañía de Ana Guerra. La cantante tinerfeña había actuado por la tarde como telonera y completó un dúo impecable al son de Fotografía: "Cada vez que te busco te vas y cada vez que te llamo no estás, es por eso que debo decir que tú solo en mis fotos estás".

Fotografía: Víctor Moreno/Noches del Botánico

"Esta canción la compuse hace 18 años y es más especial esta noche porque están mis hijos y mi mujer", explicó Juanes instantes antes de bajar a la pista para cantar Para tu amor entre el público. ¿Quién dijo pandemia?, bravo por él. Rodeado de fans y del correspondiente enjambre de teléfonos móviles comenzó a entonar Es por ti, pero terminó el tema de vuelta en el escenario. Nos dieron las 23:00 cuando aquello se vino abajo al son de La camisa negra, otra más de Mi sangre. Siempre había pensado que Juanes acabaría sus conciertos con esa canción, pero cuando un artista ha cosechado tantos éxitos, se puede permitir tocarla en el ecuador. En cualquier caso nadie se quedó con las ganas de corear aquello de "tengo la camisa negra porque negra tengo el alma, yo por ti perdí la calma y casi pierdo hasta mi cama" porque hubo final en falso... 

No menos sorprendente resultó escuchar su versión del Could You Be Loved del 80 de Bob Marley and the Wailers, pero ahí quedó eso y sin darnos cuenta dio paso a La paga. Por cierto, La paga fue la cuarta canción que sonó perteneciente a Un día normal, el segundo trabajo de estudio de Juanes allá por 2002. De aquel listado faltaba principalmente una, su primer single, pero antes el colombiano nos hizo recordar La vida... es un ratico de 2007 al son de Me enamora. Y entonces sí, el recinto se convirtió en un auténtico karaoke para cantar A Dios le pido, es más, costaba distinguir la voz de Juanes: "Y que si me muero sea de amor, y si me enamoro sea de vos, y que de tu voz sea este corazón, todos los días a Dios le pido".

Fotografía: Víctor Moreno/Noches del Botánico

Rogando a Dios se suponía que terminaba el concierto, pero de ahí no se movió nadie salvo para acercarse a algún grifo de cerveza. Faltaban los bises y no fueron pocos. Entre ellos, Y nos dieron las diez de Sabina cuando el reloj enfilaba la medianoche y Enter Sandman de Metallica adelantándose al regreso a Madrid de la banda estadounidense. Sin exagerar, la versión de Metallica convenció más que la de Sabina, guitarra Flying V mediante. Si no me crees, escúchala en el ecléctico álbum tributo The Metallica Blacklist, aunque para ecléctico, el propio Juanes. En Noches del Botánico tocó todos los palos y acabó luciendo la camiseta con su efigie a la venta en el puesto de merchandising. Genio y figura.

Fotografías: Víctor Moreno/Noches del Botánico

Texto: Alberto C. Molina

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