Crónicas, entrevistas y retro-reseñas

PATTI SMITH EN NOCHES DEL BOTÁNICO: GLORIA BENDITA [CRÓNICA]

Fotografía: Víctor Moreno/Noches del Botánico

"En aquella primera edición del festival creo que tuvimos unas 2800 o 2900 personas y fue muy bien. Este año va a vender las 4000 entradas, que habla bien de ella, de su público, del festival (...) Además, voy a intentar que empiece más tarde. Aquella vez empezó muy pronto, sufrió una insolación y hubo que reanimarla", ante semejante introducción a cargo de Julio Martí,  Director Artístico de Noches del Botánico [radio-alberto.blogspot.com/julio-marti-entrevista.html], se veia venir lo sucedido el 20 de junio en el Real Jardín Botánico Alfonso XIII de la Universidad Complutense de Madrid.

Con el cartel de "todo vendido" colgado, el ambiente en el recinto a las 21:30 horas era el de las grandes ocasiones. Público veterano en su mayoría, aunque los treintañeros también se dejaron caer por allí... Además, superada la ola de calor, la temperatura colaboró con la causa festivalera durante aquella última jornada primaveral. Es más, al anochecer la chaqueta fue el complemento ideal en el graderío. 

El concierto comenzó con unos minutos de retraso, pero aquel detalle no importó en absoluto cuando Patti Smith apareció sobre el escenario, cerrando filas tras sus músicos. Primera ovación del lunes para recibir a la artista de Chicago, que respondió saludando alegremente y recordando su célebre Horses para empezar: Redondo Beach. Primera ovación y primera canción, de acuerdo, pero también primer fallo técnico, porque dejamos de escuchar voz e instrumentos. Afortunadamente la gente lo encajó con deportividad y la situación tampoco tardó en volver a estar controlada.

"Dos años nos ha costado volver, así que toca disfrutar de esta noche juntos. Mi concierto, vuestro concierto, nuestro concierto", comentó Patti refiriéndose a la pandemia mundial. Entonces dio paso a Grateful, una de sus canciones "más recientes" y entrecomillo porque el álbum Gung Ho ya ha cumplido 22 años. Resultaba impactante ver con qué atención el público escuchaba cada palabra y cada nota. Aquello parecía una ceremonia litúrgica que solo se interrumpía para aplaudir —con ganas— o corear su nombre según terminaba el tema. 

Precisamente la gente estaba coreando su nombre cuando ella comenzó a hablar sobre un amigo fallecido, el poeta Allen Ginsberg, y recitó sus versos mientras la noche caía sobre el campus: "¡El mundo es santo! ¡El alma es santa! ¡La piel es santa! ¡La nariz es santa! ¡La lengua y el pene y la mano y el ano son santos! ¡Todo es santo! ¡todos son santos! ¡todos los lugares son santos! ¡todos los días son la eternidad! ¡Todo hombre es un ángel!". Que no te engañen, escuchar a Patti recitar en directo con semejante pasión es una experiencia vital.

El concierto continuó y por desgracia los problemas con el sonido persistieron. De hecho, no hubo manera de escuchar Free Money. Al menos a mí me resultó admirable que Patti y su banda interpretaran la canción hasta el final. Cualquiera en su lugar hubiera parado y aguardado —y con razón—. Lo que no me gustó fue la reacción de cierto sector del público, que comenzó a gritar y abuchear. Evidentemente el equipo de la artista y del festival estaban tratando de solucionar el problema, pero está visto que la paciencia también es un recuerdo prepandémico. Cosas del directo, "c'est la vie", aunque lo de Patti Smith en Noches del Botánico iba camino de gafe tal y como le comenté a mi colega Belén.

Fotografía: Víctor Moreno/Noches del Botánico

"No os preocupéis, si no sale seguiremos trabajando juntos", trató de tranquilizarnos antes de Vida [sic] según ella misma tradujo el título del tema. "Ya sabéis que en la vida a veces las cosas salen jodidas y hay que repetir", y lo cierto fue que por unos instantes nos olvidamos de los contratiempos gracias a la buena —y larga— sección instrumental con la que nos obsequiaron a continuación y que concluyó con Patti pidiéndonos alzar las manos y sentir la "energía" y la "libertad". 

Tras una hora de concierto, llegó el momento de presentar a la banda: Lenny Kaye, Jay Dee Daugherty, Tony Shanahan y Jackson Frederick Smith, su hijo. Ellos fueron quienes se encargaron de que nadie se viniera abajo mientras Patti se tomaba un merecido descanso —cualquiera diría que tiene 75 años con semejante derroche de actitud, pero los tiene—. Primero homenajearon a Paul McCartney al son de Helter Skelter con la excusa de su 80 cumpleaños y después se marcaron otra digna y enérgica versión de I Wanna Be Your Dog porque sí, porque cualquier momento es bueno para recordar el debut de Iggy Pop y The Stooges. Eso o no entendí el verdadero porqué.

Patti regresó y aprovechó para acercarse más al público, saludando desde un lateral. Minutos después de recordar al "capitán Jack Sparrow" [sic], el escenario se convirtió en un set acústico para versionar One Too Many Mornings de Bob Dylan — que por unos instantes me sonó al clásico entre los clásicos The Times They Are A-Changin'—. Y al filo de las 23:00 horas, un fin de fiesta en el que no faltaron Because the Night, Gloria o el bis People Have The Power para, de paso, volver a hacer hincapié en el valor de nuestra libertad. 

Por aquel entonces Patti ya se había quitado la chaqueta, su hija Jesse Smith había tocado el piano y en la grada pocos aguantaban sentados. "No hay forma de quitar ese refrito", juraría que el tipo de detrás no paró de quejarse del sonido y Belén perdió el mechero, pero en general, de allí salió todo el mundo encantado. Ua experiencia más allá de lo musical. 

Fotografías: Víctor Moreno/Noches del Botánico

Texto: Alberto C. Molina

Fotografía: Víctor Moreno/Noches del Botánico

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