ILEGALES: REGRESO 'ON FIRE' [CRÓNICA]
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Albert Einstein tenía razón cuando afirmó que el tiempo es relativo. Entre otras cosas, porque cuatro años sin conciertos de Ilegales parecen más... La espera llegó a su fin el 25 de marzo en Joy Eslava, en Madrid. El concierto comenzó alrededor de las 21:30, ni 24 horas después de publicar La vida es fuego, su primer disco de estudio en 12 años. Jorge Martínez al frente, como siempre, a su derecha el bajista Alejandro Blanco, a su izquierda, Mike Vergara, el joven debutante, con teclado o guitarra según la canción, y tras ellos, el batería Jaime Belaustegui. Presidiéndolo todo, una enorme y circular hoja de sierra. Demasiadas ganas, tanto sobre el escenario como en cualquier otro rincón de una sala abarrotada. De hecho, ni siquiera se perdió un segundo en saludar antes de lanzarse a por la primera entre aplausos: Los chicos desconfían.
Respiró aliviado Jorge tras romper el hielo con uno de sus clásicos mientras alguien gritaba "¡de puta madre!" y empezaba a sonar Europa ha muerto. Justo después cayó Voy al bar, el primero de los temas nuevos. Sin embargo, pese a que su público recibió y celebró esta canción como las anteriores, el asturiano parecía algo rígido todavía... hasta que, a sus "taitantos" años, nos sorprendió con un salto marca de la casa. "En este momento histórico en el que no se puede vivir de un trabajo honrado reivindicamos el derecho a la pereza", comentó antes de No me gusta el trabajo y otra ovación más. La anécdota, en Vivir sin novia ni reloj, también de las nuevas, a Jorge se le olvidó la letra y acabó explicando cómo había perdido una cuerda de su Fender Stratocaser blanca.
A continuación, ¡sorpresa! Para siempre no sonaba en directo desde los 80. Aquel fue el inicio de un final de concierto a base de Dextroanfetamina, El demonio, Revuelta juvenil en Mongolia y Aquel boogie pesado que Jorge aprovechó para presentar a la banda antes de abandonar el escenario. Nadie más se movió del sitio en Joy Eslava y el cuarteto tampoco tardó en regresar. Entonces el líder de Ilegales recordó que hay títulos que llevan tiempo sin tocar, afinó la Les Paul que reemplazó a cierta Stratocaster y... "¿Qué canción hacemos?", preguntó desde ahí arriba. Con permiso de todas las peticiones que se gritaron por parte del público, Tiempos nuevos, tiempos salvajes fue la elegida. Soy un macarra fue la más coreada y tras Puta nuestro maestro de ceremonias reconoció que se había sentido mejor a medida que avanzaba el concierto. El broche, Destruye y su pogo de rigor al filo de las 23:00. Esta llama no se apaga fácilmente, pero la próxima que sea cuanto antes.
Texto de Alberto C. Molina a partir de su crónica original publicada en la revista La Heavy
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