ROD STEWART
“La Reina [Isabel II de Inglaterra] y yo
tenemos una cosa en común, el mismo peinado durante 45 años”, si escuchaste ayer en directo el último Radio Rock 'n' Roll —aquí tienes el enlace del correspondiente podcast: http://www.ivoox.com/radio-rock-n-roll-211-audios-mp3_rf_1730220_1.html— seguramente te suceda como a mí, que sonrías cada vez que recuerdes esas palabras de Mr. Rod Stewart. ¡Crack total y absoluto!, o genio y figura hasta la sepultura, como gustes. Sí, tienes su autobiografía en las librerías, pero ya que estamos... Y no, lee tranquil@ porque no pienso cobrarte 3.000 euros por este post como haría Amy Martin, perdón, Carlos Mulas, el director de la fundación Ideas.
Hace un par de años leí en un reportaje
firmado por un autor "no fantasma" que lo suyo con la música, y me refiero otra vez a Rederick David Stewart, no fue amor a primera vista, si me permites
la expresión. En un principio su pasión era el deporte, concretamente el
fútbol. De hecho fue portero y no debió de ser muy malo puesto que
coqueteó con algún club profesional —el Brentford FC, para más señas—.
Quien tuvo, retuvo, y en la actualidad este aficionado confeso del Celtic de
Glasgow cuenta con un campo de fútbol en su mansión.
Hay que ver lo bien que se lo montan algunos…
Pero hasta disfrutar de la placentera vida que lleva hoy mismo, por ejemplo, este morador del Rock and Roll Hall of Fame,
con Orden del Imperio Británico y Estrella en el Paseo de la Fama de
Hollywood entre otras minucias, también ha tenido que luchar. Nació en Londres el 10 de enero de 1945
en el seno de una familia humilde con raíces en Escocia, y he aquí el
motivo de su marcado patriotismo escocés, que todo hay que explicarlo. Una
vez concluida su aventura futbolera en 1963, a la edad de 18, día arriba día abajo, se unió a Jimmy Powell and the Five Dimensions, su primera banda relevante.
Después llegaron tres más, a saber The Hoochie Coochie Men, Steampacket (teloneros de The Rolling Stones y The Walker Brothers durante el verano del 65) y Shotgun Express, hasta que en 1967 se subió a su primer gran tren al convertirse en el vocalista de The Jeff Beck Group, a petición del mítico guitarrista de The Yardbirds. A su lado Rod conoció por primera vez el sabor del éxito, con superventas y giras en Reino Unido y Estados Unidos, y a Ron Wood, bajista del grupo con el que en 1969 emprendió un nuevo proyecto, The Faces. La banda surgió a partir de la unión de la doble “R” con buena parte de la formación de The Small Faces y se caracterizó por su Rock de inspiración stoniana y sus directos agresivos.
Por aquel entonces Rod había comenzado a compaginar el trabajo en grupo con su carrera en solitario. An Old Raincoat Won’t Let You Down
(1969) fue su primer álbum de esa índole, y aunque no cosechó una buena
acogida, en él ya dejó impreso su peculiar sello, más íntimo, mezcla
de folk, R&B y Rock ‘n’ Roll. Un año después, mientras él publicaba el segundo, Gasoline Alley, The Faces lanzaron su debut discográfico, First Step,
con lo cual tocó salir de gira por partida doble. La historia se
repetiría en el 71 con los siguientes discos; el segundo de la banda, Long Player, y el tercero en solitario, Every Picture Tells A Story, cuyo tema Maggie May alcanzó
el número tanto en la costa estadounidense como en la británica.
Y aunque en principio pareció que su creciente popularidad no supondría ningún peligro para la banda, pues A nod Is a Good as a Wink… to a Blind Horse, su tercer trabajo de estudio, subió como la espuma en las las listas con el single Stay With Me, finalmente pasó factura. Tras nuevos éxitos a nivel individual, siendo el principal Never a Dull Moment (1972), la tensión entre Rod y sus compañeros fue en aumento hasta que a finales de 1975 abandonó The Faces. Y no fue el único cambio que experimentó aquel año. En su último disco hasta entonces, hizo gala de unos aires más pop, Atlantic Crossing, por cierto, “Travesía Atlántica”, un título más que explícito, y es que el cantante solicitó la ciudadanía estadounidense debido a desavenencias con la Hacienda británica.
Y aunque en principio pareció que su creciente popularidad no supondría ningún peligro para la banda, pues A nod Is a Good as a Wink… to a Blind Horse, su tercer trabajo de estudio, subió como la espuma en las las listas con el single Stay With Me, finalmente pasó factura. Tras nuevos éxitos a nivel individual, siendo el principal Never a Dull Moment (1972), la tensión entre Rod y sus compañeros fue en aumento hasta que a finales de 1975 abandonó The Faces. Y no fue el único cambio que experimentó aquel año. En su último disco hasta entonces, hizo gala de unos aires más pop, Atlantic Crossing, por cierto, “Travesía Atlántica”, un título más que explícito, y es que el cantante solicitó la ciudadanía estadounidense debido a desavenencias con la Hacienda británica.
Los Angeles fue el lugar elegido para grabar en 1976 A Night on the Town, con el que continuó la pauta pop marcada por su antecesor y obtuvo su primer Platino con canciones entre las que destacó la melódica Tonight’s the Night. Su progresión parecía no tener fin y dos años más tarde apareció en el mercado Blondes Have More Fun, con detalles disco que hicieron las delicias del público de finales de los setenta. Sus más de cuatro millones de unidades vendidas reportaron al álbum el honor de convertirse en su primer número uno desde el 71, gracias en gran medida a la movida Da Ya Think I’m Sexy?
Lejos de detenerse ahí siguió con los experimentos y añadió pinceladas de New Wave en Tonight I’m Yours (1981), ¿qué ocurrió? Otro éxito y nuevo Platino para su estantería. Pero entonces se cerró el grifo y la fortuna que le había acompañado hasta ese momento le dio la espalda. Así transcurrió la década de los ochenta, sin pena ni gloria, hasta que en el 88 comenzó a ver la luz al final del túnel con Out of Order —grabado con Andy Taylor de Duran Duran y Bernard Edwards de Chic—, gracias a pistas más serenas como su versión del clásico de Tom Waits Downtown Train. Para que se hiciera la claridad definitivamente hubo que esperar al siguiente disco, Vagabort Heart de 1991, un punto de inflexión que devolvió el equilibrio a su carrera y conjugó a la perfección la madurez y propia del paso del tiempo con sus orígenes: folk, soul y Rock ‘n’ Roll.
La reunión con su antiguo compañero Ron Woods, con motivo de un MTV Unplugged en 1993, fue de lo más destacado a lo largo de su trayectoria en los 90, eso sí, con permiso del concierto que ofreció en Río de Janeiro en 1994, el récord de espectadores con ¡tres millones y medio!, tal vez porque no se volcó en la elaboración de nuevo material tanto como en épocas anteriores. Esto mismo se agudizó tras el cambio de siglo, cuando entre sus mayores éxitos se multiplicaron las versiones de otros artistas, como las contenidas en The Great American Songbook de 2002 o Still the Same: Great Rock Classics of Our Time de 2006. Sin embargo, donde muchos vieron en ese sentido conformismo, pereza… en una palabra, defectos, otros vieron más aciertos, y si no recordemos las palabras de Chuck Berry, historia del Rock ‘n’ Roll, cuando pidieron su opinión acerca de la versión que Rod Stewart había realizado de Sweet Little Rock & Roller: “¿Es un tipo blanco? ¡Me estáis tomando el pelo!”. Amén.
Texto: Alberto C. Molina
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