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LOQUILLO EN BACKSTAGE FEST: EL PODER DEL ROCK AND ROLL [CRÓNICA]



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17 de junio, penúltima jornada de Backstage Fest en el parque Enrique Tierno Galván de Madrid. De primero, alrededor de las 20:30, bochorno —calor, que conste, nada que ver con las quejas en redes sociales durante y tras el concierto de Pablo  López— y Germán Salto gustándose y gustando en el escenario. Mucho mérito, porque actuar ante un público escaso que aguarda la actuación estelar de Loquillo no es tarea fácil. Ni siquiera le favorecía del todo aquello de "jugar en casa". Se trata de un músico que también se gana la vida como piloto de aerolínea... ya sabes, "ciudadano del mundo". El caso es que, lógicamente, ninguno de estos detalles —y otros como "sobrino nieto de Miguel Delibes", casi nada— importaron durante su actuación. 

En 2022 el artista publicó Germán Salto, su primer disco en castellano —ojo, con producción de Íñigo Bregel de Los Estanques— y el primero tras dos álbumes con el nombre de 'Salto'. "Me encantaría hacer un disco de Rock and Roll", ha comentado Germán en alguna entrevista. Curioso, porque su directo fue muy rockero por momentos. Pese a que él mismo haya catalogado Germán Salto como "disco de pop orquestal", aquel formato sexteto con tres guitarras eléctricas según el tema fue esclarecedor. El 'frontman' se mostró cómodo incluso en los títulos más pausados como Nada que hacer, que tratándose de un festival... así que el público respondió positivamente. "Mi asignatura pendiente es que me conozca más gente", confesó Germán Salto en otra ocasión; puede estar tranquilo porque progresa adecuadamente. Por cierto, no tardará en repetir en casa, porque hasta el 30 de junio será guitarrista de Nikki Lane en su tour europeo...

En octubre de 2022 la gira 'El Rey' de Loquillo hizo escala en el Palacio de Deportes de la ciudad para presentar su último disco Diario de una tregua. De manera que estábamos ante el "partido de vuelta" en un recinto más reducido y con una afición que debería emplearse más a fondo... Concierto programado a las 22:00 horas, aunque se retrasó unos 10 minutos hasta que sonó Los buscadores —no de Diario de una tregua, sino del anterior álbum El último clásico—. "Somos vinos de una misma tierra, vikingos leales a su clan, samuráis de idéntico linaje, caballeros buscando el Santo Grial", con lo épico que es el estribillo de esta canción y nada, el público que abarrotaba el anfiteatro empezó más que tibio. "Que nadie sea más que nadie, que el odio siempre quede atrás, que todos puedan cantar sin miedo: ¡libertad, libertad, libertad!", no, tampoco funcionó el estribillo de La libertad, entonces sí de su último trabajo de estudio... Ni temas menos recientes como Línea clara y Sol, ambos de Balmoral. Salvo las primeras filas en la pista, la gente había empezado que ni fu ni fa y las pantallas gigantes apagadas tampoco ayudaron.

Fotografía: Beatriz Núñez

"¡Salud y Rock and Roll, Madrid!", y por fin, 30 minutos después, el público de la capital respondió en condiciones, con la primera ovación y coreando con ganas un himno que aún no ha cumplido 10 años y en el que, por cierto, entre tanto riff por parte de Igor Paskual, Josu García y Pablo Pérez, el instrumento que más destacó fue el acordeón de Jorge Rebenaque. Parecía que la muchedumbre ya no se relajaría, pero lo hizo a pesar de ese final tan rítmico de Sonríe... ni siquiera un clásico como El hombre de negro. "Llegados a este punto, esto es Cruzando el paraíso", comentó Loquillo de repente y los suyos volvieron a responder, aunque nada comparable con lo que sucedió poco después. "No hables de futuro, es una ilusión cuando el Rock and Roll conquistó mi corazón", desconozco en qué momento El rompeolas se ha convertido en la canción más coreada y grabada de su repertorio, pero con permiso de 'El Rey', el pueblo es soberano. Lo mejor, según mi opinión más subjetiva, el solo que se marcó Josu García y ese broche tan guitarrero.

Diferente fue la puesta en escena de Rock suave, con el escenario en penumbra, unas luces rojas tenues y el Loco sentado precisamente como arrancaba la letra: "Envejecer sentado al piano de algún club. Conservar ese brillo salvaje en los ojos. Entretener con un digno 'savoir faire', nada más. Dejar cantar al corazón". Sin embargo, a las 23:00 el personal se había vuelto a relajar. Quizás por eso nuestro maestro de ceremonias pareció hacer algún gesto durante El último clásico, como pidiendo más. Tal vez por el mismo motivo bajó del escenario para cantar en la pista Carne para Linda y, justo después, El Rey del Glam volvió a ser coreada con ganas. Cuando parecía que la gente se había entonado, se vació el escenario... aunque no tardó en reanudarse el espectáculo. 
 
"¡Desde Barcelona ciudad sumamos, no restamos!", exclamó Loquillo con energía para dar paso a una intro al más puro estilo The Who que se saldó con otro tema imprescindible en directo: Rock and Roll actitud. "¡Alfonso Alcalá!", bramó el del Clot justo después de dar buena cuenta de La vampiresa del Raval y El Rey y el bajista se encargó de poner las pilas otra vez al graderío con los compases iniciales de La mataré, otra de las canciones más coreadas y celebradas de la noche en la que la batería de Laurent Castagnet también brilló. Entonces sí, aquello definitivamente se vino abajo con El ritmo del garaje primero y Feo, fuerte y formal después. "Gracias, os agradezco muchísimo que estéis hoy aquí. Han sido unas semanas muy difíciles para mí, para mi familia, mi equipo, demasiadas informaciones de la prensa amarilla han querido destrozar mi corazón (...) pero desconocen el poder del Rock and Roll", y alrededor de las 00:00, tras otra ovación unánime, sonó Rock and Roll Star, el comienzo de un final por todo lo alto con Cadillac solitario y En las calles de Madrid

En las últimas semanas algunos medios de comunicación habían "informado" sobre una "grave enfermedad" del cantante que podría afectar su capacidad vocal. Desconozco hasta qué punto es cierto —por eso entrecomillaba—, pero por muy Loquillo que uno sea, actuar ante semejante panorama no debe de ser fácil —ni justo—. Afortunadamente "el poder del Rock and Roll" puede con todos los males, al menos durante las dos horas que dura un concierto como este.

Texto: Alberto C. Molina

Fotografías: Beatriz Núñez

Fotografía: Beatriz Núñez

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