Crónicas, entrevistas y retro-reseñas

LA VELA PUERCA + IRATXO: PASIÓN PURA Y DURA [CRÓNICA]

Fotografía: Beatriz Núñez

Propón si quieres, pero resulta difícil dar con planes tan buenos en agosto en Madrid como un concierto de La Vela Puerca. La primera vez que vi y escuché en directo a la banda fue a mediados de 2013 en la desaparecida Rockitchen. Entonces festejaba el décimo aniversario de su primera vez en España —en El Juglar de Lavapiés ofrecieron aquel primer concierto— y yo no sabía lo que se me venía... En esta ocasión, algo más de un año después de su última visita, los uruguayos habían elegido nuestra ciudad para arrancar uno de sus tours más especiales y nueva etapa: «una gira para festejar que hemos sobrevivido juntos todo este tiempo. Intentaremos condensar 20 años de discos y experiencias»

Y quién sabe si por este mismo motivo, alrededor de las 21:00 horas en la sala Penélope, contaron con un artista invitado que se bastó con una guitarra para salirse —con la suya— en formato acústico. Sobre los escenarios a Juan Manuel Cifuentes no sólo le acompaña su mote 'Iratxo' —'Duende' en euskera—, sino que suele dejarse ver con un grupo en condiciones. Sin embargo, ahí está solo ante un público que aguarda impaciente a La Vela con pancartas, banderas y camisetas futboleras del Cono Sur.
 
Fotografía: Beatriz Núñez
 
Otro en su lugar se habría limitado a tocar sin más, pero con 5 discos de estudio y 2 DVDs en 10 años, lo dio todo con tal de meternos en una actuación en la que entre otras sonaron Mi trigal, Ladrando a la pared, Si tú supieras, Podar el rosal o la última Hay luz dedicada a una víctima del cáncer. «Un placer, gente» nos dedica 'Iratxo' media hora después de aparecer ahí arriba, tal vez contrariado por no haber contado con más tiempo para seguir despachando ese sonido tan particular a caballo entre el Rock y la rumba.

Poco a poco el recinto se fue llenando, tanto la pista con sus características columnas de las lamentaciones —para quien tenga una delante, ya sabes— como la balconada. Y eso que Juan Palacios, jefazo de Rock Estatal Records —sello en España del último doble CD y DVD en directo Uno para todos— me comentó antes que no habría "sold out". Tampoco creas que me molesté en contar, pero si no hubo lleno absoluto como tal, poco faltó. De modo que, sobre las 22:00 horas, cerca de un millar de personas ya entonaban aquello de «vamo(s) La Vela de mi corazón» para volver a recibir en la capital a 'Mandril' y su bajo, 'Coli' y su saxo, las guitarras de 'Santi' y 'Rafa', 'Ale' y su trompeta, la batería de 'Pepe' y cómo no, 'Enano' y 'Cebolla' listos para dejarse la garganta como en las grandes ocasiones. 

«Nos moríamos por tocar en España. Siempre creímos que si a nosotros nos gustaba tanto su música, a ellos les podía gustar la nuestra» recordaba uno de ellos en cierta entrevista y ahora tenían que volver a demostrarlo: «Tengo una banda amiga que me aguanta el corazón. Que siempre está conmigo, tenga o no tenga razón». Por la ciudad, Rebuscando, Por dentro, El ojo moro y El huracán. Casi nada, una detrás de otra para comenzar la celebración de estos 20 años. Todos ellos clásicos de aquel álbum De bichos y flores de 2001, gran protagonista a lo largo de la velada.
 
Fotografía: Alberto C. Molina
 
Precisamente después de bajar unas cuantas revoluciones y volver a salvar al mundo con El huracán, serían las 22:00 horas cuando el 'Enano' saludó y agradeció. Tras el puente brutal de Clarobscuro, 'Iratxo' regresó al escenario. A pesar de dedicar Podar el rosal al 'Enano' durante su actuación por la colaboración en su disco, no hubo dueto. Se resarcieron con una Va a escampar que provocó botes y más botes entre el personal. 

Un gentío que no pudo evitar un gran «oh» al reconocer los acordes iniciales de Zafar. Como es lógico acabaron cantando sin ayuda desde el escenario: «no voy a tolerar que ya no tengan fe, que se bajen los brazos, que no haya lucidez». Ya me he referido al ambientazo en la sala Penélope, ¿verdad? No sé en qué momento exactamente, quizás mientras sonaba Colabore, un espontaneo subió al escenario para compartir su euforia entre abrazos. En cualquier otro concierto alguien le habría bajado de allí con mejores o peores maneras, pero ni siquiera fue necesario porque en semejantes fiestas con tan buen rollo bajas por tu propio pie.

Una hora de show y primer parón para ajustes técnicos — una lástima, la sala da de sí lo que da de sí—, cambios de instrumento y taburete. Tal cual, el 'Enano' volvió a quedarse a solas con una guitarra con la excusa de Hoy. Ya con todos continuó repasando aquel álbum Piel y hueso a base de temas como … y así vivir, Todo el karma, La teoría y Polidoro que volvieron a convencerme en directo aunque aquí sólo motivaron a las primeras filas.
 
Fotografía: Alberto C. Molina

Aún así la noche continuamente deparaba momentazos entre el público. Cuando el 'Cebolla' cogió la guitarra para tocar ¿Ves?, aquel anónimo barbudo entró en trance y no dudó en desprenderse de su camiseta sudada en una especie de ritual. 23:00 horas marcaba el reloj y la banda repasaba su último trabajo de estudio publicado hasta la fecha Érase... de 2014 con La calle adicción, El soldado de plomo, Buenas mascotas y Sin avisar —que tampoco fueron más celebradas que las de Piel y hueso—. «Veinte años son muchísimos. Gracias por venir» agradeció una vez más el 'Cebolla' en ese alto en el camino antes de Sin avisar

Entonces sí, nuevo parón con permiso de una sala que continuaba animando como si aquello acabara o acabase de comenzar. Volvió el 'Enano' solo, con bandera de Uruguay al cuello, para cantar Mi semilla, una de sus primeras composiciones editadas a finales de los 90. Al menos intentó cantar porque no sé cuántas manos tuvo que estrechar. Algo sólo comparable con la locura que desató otro de aquellos clásicos de título Vuelan palos y esos «vamo(s) La Vela de mi corazón» que sonaron más fuertes si cabe. 23:30 horas y pogo con la excusa de una Haciéndose pasar por la luz más que movida y coreada al unísono mientras se desplegaba una bandera enorme en la pista.

Y pese a la locura total desatada con El viejo y El profeta, tras dos horas de concierto, hubo un último acústico pues de De bichos y flores aún faltaba este título: José sabía. Se despidió definitivamente el 'Enano' y con Bella ciao de los partisanos en los oídos terminó la feliz reunión.
 
Fotografía: Beatriz Núñez

*Texto original de Alberto C. Molina publicado en mariskalrock.com

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